lunes, 12 de junio de 2017
miércoles, 12 de abril de 2017
APRENDER EN LAS AGUAS TURBULENTAS
Salmo 34.1-19
Dios promete que cuando enfrentemos tiempos difíciles, Él mantendrá su mirada sobre nosotros. El Señor quiere ser nuestro maestro y guía en medio de la dificultad, pero debemos tener la actitud correcta para reaccionar de acuerdo a sus señales. Es decir, necesitamos:
Tener el anhelo de obedecer solamente la voluntad de Dios. La Biblia compara ese anhelo con el de un ciervo que jadea en busca de agua (Salmo 42.1). Así debe ser con nosotros cada vez que esperamos la dirección de Dios, en vez de actuar por nuestra cuenta.
Estar dispuestos a ser enseñados por Dios. Él transformará las pruebas difíciles en oportunidades para enseñarnos, cuando le buscamos para recibir orientación. Ese fue el caso de Ana cuando le rogó que le diera un hijo (1 Samuel 1-10). Y también el de María y Marta cuando su hermano Lázaro murió (Juan 11.17-27). Necesitamos tener un espíritu dispuesto si queremos aprender lo que Dios quiere enseñarnos. Dios sabe cuál es la mejor manera de infundir sabiduría, y puede elegir el dolor y la dificultad como medios de instrucción.
Rendirse a su voluntad. Antes de darnos a conocer la solución que Él tiene, el Señor nos pide que nos entreguemos a su voluntad. Nos llama a andar por fe, no por vista (2 Corintios 5.7), y a reconocer que sin Él somos impotentes (Juan 15.5). Confesar nuestro sometimiento a su voluntad es siempre lo mejor.
Las dificultades son una parte desagradable de la vida, pero pueden ser de valor. Muchas veces, lo que quisimos evitar resultó ser justamente lo que necesitábamos. Dios nos pide que tengamos un corazón sensible, un espíritu dócil y una voluntad rendida. ¿Refleja usted estas cualidades?
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lunes, 3 de abril de 2017
lunes, 27 de febrero de 2017
sábado, 21 de enero de 2017
EL ESPIRITU SANTO ES NUESTRA GUIA
Todos los hijos de Dios estamos en un peregrinaje. Mientras viajamos a través de la vida en camino a nuestro hogar eterno, enfrentaremos una multitud de decisiones. Las bifurcaciones en la vía y las intersecciones sin letreros nos retarán y frustrarán. En tales circunstancias, ¿cómo podemos saber qué camino tomar?
El Señor prometió darnos un Guía interior que estaría siempre presente. Desde el momento de la salvación, el Espíritu Santo viene a morar en la persona que acepta a Cristo como Señor y Salvador. Como una brújula, el Espíritu Santo nos dirige exactamente por el camino correcto en cualquier decisión. Él jamás se equivoca.
Usted pudiera estar pensando: Si el Espíritu Santo está viviendo en mí, y nunca se equivoca, ¿por qué sigo cometiendo errores? Su dirección es siempre correcta, pero nuestra recepción no siempre es clara. Someterse al Señor es un requisito esencial para recibir su dirección. No podemos tolerar el pecado y seguir nuestro propio camino, y esperar recibir su dirección.
El pecado hace a nuestra percepción de la clara dirección de Dios, lo que hace un imán a la aguja de una brújula. Si se coloca un imán junto a una brújula, la aguja apuntará en distintas direcciones. Asimismo, el pecado nos desvía.
Cuando no tenga clara una decisión, hágase estas preguntas: ¿Será glorificado Cristo con esta decisión? ¿Puedo hacer esto en el nombre de Jesús? Si la respuesta es no para cualquiera de ambas, no tome ese camino, porque el Espíritu Santo no le está guiando. Su dirección está alineada siempre con la Palabra de Dios, y trae gloria a Cristo.
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COMO ENCONTRAR FUERZAS EN LA DEBILIDAD
Al final de su vida, Sansón clamó a Dios por fuerzas suficientes para vencer a sus enemigos y morir (Jue 16.28, 30). De haberse vuelto al Señor antes de enredarse con Dalila, el resultado podría haber sido muy diferente.
Cuando usted hace frente a una tentación, su única defensa verdadera está en Dios. Si se vuelve a Él en su debilidad, su Espíritu Santo le guiará y gobernará su vida. Él está allí para darle fuerzas y protegerle, pero es esencial que usted esté sometido a Él. Hay tres pasos en cuanto a esto:
1) Pídale al Señor que mantenga en estado de alerta para identificar cualquier aspecto de fragilidad en su vida, y tenga después la honestidad suficiente para ver sus defectos tal como son.
2) Confiese sus pecados a Dios, diciendo: “Señor, reconozco que _____ es un área de debilidad en mi vida”. Es importante que mencione el nombre del pecado específico con el que esté luchando.
3) Pídale a Dios que le dé fuerzas y sabiduría para alejarse de la tentación, apartarse de las distracciones que corrompen, y evitar los lugares que le llevarán a pecar.
¿Cuántas veces clamó David a Dios? Fue perseguido y tentado continuamente, pero encontraba fuerzas en el Señor (Sal 57.2). Cuando olvidó recurrir a Dios, su deseo sexual lo dominó (2 S 11.1-3).
El Espíritu Santo vive dentro de cada creyente. Está allí para fortalecer, guiar y proteger a todos los hijos de Dios. Decida ser obediente al Señor, y Él le ayudará a andar en sus caminos. Si usted se niega a reconocer sus debilidades, o peor aun, si las consiente, estará destinado a la derrota.
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