lunes, 12 de octubre de 2015

¡GRACIAS DIOS POR ESOS CODOS!



1 Corintios 12:7 Pero a cada cual le es dada la manifestación del Espíritu, para provecho mutuo.
Cuando piensas en las partes más importantes de tu cuerpo, seguro que no piensas en los codos. Tu vida no depende de ellos, como depende de tu corazón. No te dan la capacidad de razonar, como tu cerebro. Ni siquiera te ayudan a oír ni a oler.
Pero tu vida sería bastante difícil sin los codos. Estira los brazos e imagínate la vida sin estas coyunturas. No te podrías arreglar el cabello, cepillarte los dientes ni embocar la comida. No podrías tocar la flauta, la corneta ni el violín, aunque quizá podrías arreglártelas para pegar algunas notas bajas en el trombón. Y te verías muy tieso tratando de maniobrar el bate de béisbol o de lanzar una pelota al aro.
Los codos no son bellos. Pero sin ellos, la vida no andaría muy bien.
Pablo dice que el cuerpo de Cristo está compuesto de personas que tienen distintos dones espirituales, habilidades especiales para servir a otros creyentes y alcanzar a los que no lo conocen. La Biblia promete que tú posees una o más de estas habilidades únicas. Dios quiere que uses tus dones para expresar su amor a través de ti.
Los dones espirituales incluyen muchas habilidades, desde predicar y enseñar hasta dar, alentar y mostrar misericordia. Quizá todavía estás tratando de descubrir cuál es tu don espiritual. O quizá tengas miedo de que no tengas ninguno. No te preocupes. Lo tienes, y Dios sabe exactamente cuál es.
Esa es una verdad que aceptas por fe, o sea que Dios lo dijo, así que puedes confiar que es verdad aunque en este momento no sepas exactamente cuál es tu don. Puedes quedarte tranquilo y disfrutar de la seguridad de que Dios tiene alguna habilidad especial que puso dentro de ti. Y puedes estar seguro de que te la mostrará a medida que vas aprendiendo cómo brindarte a los demás.
Ten en cuenta lo siguiente: Algunos dones parecen mucho más importantes que otros. Pero así como nuestros codos juegan un papel importante en el cuerpo humano, cada don espiritual es necesario en el cuerpo de Cristo. Un don no es mejor que otro, porque "el mismo Dios es el que realiza todas las cosas en todos" (1 Corintios 12:6).
Por tus dones, eres importante no sólo para Dios, sino para el mundo entero. Quizá creas que sólo eres un codo. Pero ya sea que lo sepas o no, eres una parte imprescindible del plan de Dios. ¡Nadie más puede hacer la obra que te ha diseñado a ti para hacer!

Por Josh McDowell (Tomado de Vida Nueva para el Mundo)

sábado, 10 de octubre de 2015

DIOS ROMPIÓ TU MOLDE

Salmo 139:13-14 Tú formaste mis entrañas... Te doy gracias porque has hecho maravillas
Qué susto se dio Celina. Paseando muy tranquila por el centro de su pueblo, de pronto vio a su hermana melliza.
Eso no tendría nada de raro si Celina tuviera una hermana melliza.
A Celina le empezó a dar vueltas la cabeza. Quizá ella y esta chica idéntica habían sido separadas cuando nacieron. O quizá sus padres la habían clonado secretamente. O quizá alguna extraña mutación había producido una chica igualita a ella.
Está bien, está bien. ¡Me inventé este cuento! La realidad es que vivirás toda tu vida y nunca te encontrarás con nadie que sea totalmente igual a ti centímetro por centímetro, kilo por kilo, nariz por nariz, oreja por oreja, cabello por cabello. Aun los mellizos "idénticos" tienen diferencias físicas. Aun si tu exterior se pareciera a otro, nadie puede ni siquiera empezar a describir las diferencias en tu interior. Nuestro cerebro tiene diferencias innatas evidentes. Nuestro medio ambiente crea diferencias aún mayores. Todas esas cosas se suman para hacer de cada uno de nosotros una persona tremendamente única.

Cuando se trató de crearte a ti, Dios te hizo singular. De los miles de millones de seres humanos en el planeta Tierra en este momento, nadie es justamente como tú. Ocupas un lugar único en los designios perfectos de Dios. Quizá no sepas todos los detalles de por qué Dios te diseñó exactamente de la manera como lo hizo. Pero él sí sabe. Aun antes de que nacieras, ya tenía planeado cada momento de tu vida.
Quizá eres sesudo pero te gustaría ser un buen deportista. O a lo mejor eres callado y preferirías ser el que alegra todas las fiestas. No obstante, cada cualidad tiene su valor. Por eso, no malgastes tu vida deseando tener el cabello, el cuerpo, los talentos o las habilidades de alguna otra persona. Cada minuto que te enfocas en tratar de ser como otra persona es un minuto que te pierdes de ser tú mismo.
A Dios le súper-encanta la variedad. Por eso no es lógico pensar que pudiera crear gente idéntica. Su amor por nuestras diferencias se nota en la manera como nos creó. Altos, bajos, gordos, delgados. Gente que necesita anteojos. Gente a quienes les gusta dejarse crecer la barba. Ojos negros, ojos azules. Gente con tonos de piel diferentes y con diferentes colores de cabello. Dios los hizo a todos.

Dios te ha dado una personalidad con cualidades y habilidades especiales, ¡cosas que hacen que tú seas ! Sólo cuando puedas apreciar esas características podrás desarrollarlas al máximo. ¡Y únicamente cuando pongas en práctica todos los dones que Dios te ha dado serás todo lo que Dios tuvo la intención que fueras!
Por Josh McDowell (Tomado de Vida Nueva para el Mundo)

viernes, 9 de octubre de 2015

EL PODER DE NUESTRAS PALABRAS

Salmo 19:14 Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.

La verdad no encuentro los parques de diversiones muy divertidos. Las filas son largas, los paseos me marean, el asfalto está caliente y la comida demasiado cara. Pero el verano estaba por terminar y pensé que a mi hijo de diez años de edad le encantaría disfrutar una última aventura. Pagué un buen dinero para ser girada, jaloneada, con paradas repentinas de 100km por hora. Me sentía una mártir al hacer ese sacrificio. Y realmente esperaba que mi hijo apreciara la grandiosa mamá que tenía.

No estando segura de que él había llegado a esa conclusión, pensé en mencionárselo. Justo antes de ser lanzados por una montaña rusa y caer en agua al final, me incliné hacia él y estuve a punto de decir: "Hijo, eres muy afortunado de tener una mamá como yo que te trae a lugares como estos" Pero antes de que las palabras salieran de mi boca, el Espíritu Santo me detuvo, "¿realmente eso es lo que quieres decirle?, esas palabras ¿harán sentir a tu hijo "afortunado" de tener una mamá como tú o lo harán sentir culpable, como si te debiera algo?"

Así que en lugar de pronunciar mi primer pensamiento, abracé a mi precioso hijo y le dije: "Steven, tengo suerte de tener un hijo como tú para poder traerte a un lugar como este" con esas palabras, extendió una sonrisa con hoyuelos en su cara, yo estuve tan agradecida por el chapuzón de agua al final que ocultó las lágrimas de mi cara.

Quizá tengas algunas enseñanzas de tu pasado que tiendas a repetir con tus hijos, esposo o amigos. ¿Tu madre hizo comentarios que te hicieron sentir culpable como si estuvieras en deuda por el cuidado que te dio? Quizá todavía lo hace. Muchas madres hacen sentir culpables a sus hijos, pero ¿así te gustaría que te recordaran?

Tuve éxito con mis palabras ese día en el parque de diversiones, pero no todos los días ha sido un día como ese. Oremos para que Dios nos ayude a usar nuestras palabras para edificar a otros en lugar de destruirlos; a animar en lugar de desanimar; a estimular a otros en lugar de detenerlos.

Recordemos que nuestras palabras se convierten en espejos en donde otros se ver reflejados.

Por Sharon Jaynes
(Tomado de Nueva Vida para el Mundo)

ORACIÓN
Señor, ruego que el Espíritu Santo sea un guardián de mi boca, te pido que las palabras que hable ayuden a otros a verse a sí mismos como Tú los ves, como hijos amados tuyos, en el nombre de Jesús, amén.